¿Seguimos aquí!

Todos sabemos que estamos viviendo tiempos complicados, duros, dolorosos, difíciles de comprender. Y en esta situación tan singular, comienza un nuevo curso en nuestra parroquia; un curso que podríamos pensar que va a ser diferente. Tal vez lo sea, aunque hay cosas que no van a cambiar. Nuestra comunidad parroquial sigue abierta, viva. Han comenzado las actividades, grupos e iniciativas que ya había -además de algunas nuevas-; continúan quizá de manera distinta en algún caso, pero no nos detenemos. Y así va a suceder porque así lo hemos decidido, movidos y alentados por el Espíritu Santo, confiando en el Señor, guiados por la Esperanza que solo proviene de Él.   

Este es el mensaje que queremos transmitir en este vídeo, a modo de inicio de curso, que te invitamos a ver y a que respondas a la pregunta que se plantea al final del mismo. 

Habla con nosotros

Se acercan dias de esperanza, esperanza y certeza. Que la vida no acaba con la muerte. Que nuestro destino es el amor eterno, la santidad.
Junto a esta verdad, está tambien el dolor de la ausencia, de la soledad, por eso queremos desde la parroquia comenzar un nuevo proyecto de Cáritas. Se trata de hacer llegar a todo el barrio, a todos nuestros vecinos, que no estamos solos.
Por eso, os invitamos a que en vuestros bloques anuncies que, desde la parroquia, vamos a tener un servicio de atención telefónica al que podemos acudir no solo porque tengamos un problema o una urgencia, sino porque quiero hablar con alguien.
Os pedimos que lo deis a conocer, y así también de esta manera podemos acercarnos a nuestros vecinos y romper ese desconocimiento que a veces existe entre nosotros y ellos.

¡Gracias Comunidad!

Hoy en mi vida sucede lo mismo que le pasaba al apóstol san Pablo cuando se despedía de las distintas comunidades cristianas donde Dios, por medio del Espíritu y la Iglesia, le enviaba a predicar: me voy con lágrimas en mis ojos pero con un corazón lleno de amor y de personas. Al igual que Pablo, «yo no considero mi vida digna de estima, con tal que termine mi carrera y cumpla el ministerio que he recibido del Señor Jesús, de dar testimonio del Evangelio de la gracia de Dios.» Esta es la clave, esto es lo que me sostiene. En un momento en que mi corazón –por la llamada de Dios– debe «despegarse» de todos vosotros, a los que os quiero con todo él, me fio de lo que ahora me pide: es el momento de partir.

Por eso doy gracias a Dios por todo lo que Él me ha dado y me ha regalado: mi vida, mi fe y mi ministerio. Gracias Señor porque solo tú eres Aquel por quien merece la pena dejarlo todo y seguirte. Gracias porque tu amor es más fuerte que el mío, tu fidelidad que la mía. Porque me amas más que yo y me has dado tu amor para que sea feliz. Como en aquel camino de Santiago donde escuché la canción del servidor, hoy vuelvo a decirte: aquí estoy Señor, hágase en mí.

También doy gracias a Dios por mi padre y mi madre. Sus vidas son una continua lección de cómo debe de ser un sacerdote: entrega, cariño, abandono confiado, esfuerzo, coraje, lucha… Gracias por ellos Señor. Gracias por mi padre, mi san Enrique particular que desde el Cielo está viendo todo lo que me ha sucedido. Y creo, Señor, que ha influido un poco… se ha salido con la suya de que su hijo sea un sacerdote que esté con los más necesitados, en aquellas zonas donde sea difícil el anuncio del Evangelio. Gracias, Dios mío, por él.

Gracias por mi madre, por todo lo que ella es para mí: ejemplo de entrega total de la vida, olvidándose de sí misma y pensando siempre en los demás. Gracias porque es su ejemplo y su compañía aquí conmigo la que me recuerda que merece la pena entregar la vida por amor.

Gracias también por mi hermano, por todo lo que él me ha enseñado, por todo su ejemplo en estos meses de enfermedad de papá, por toda su entrega y amor. Cuántos milagros, Señor, has obrado en él y, a través de él, en todos los que le rodean.

Doy Gracias al Señor por todos vosotros, Comunidad de San Alfonso, sois mi primera esposa. En vosotros pensó el Señor para formarme como sacerdote, para vivir los momentos más importantes de mi vida: mi ordenación y la muerte de mi padre, y también me habéis enseñado a ser padre y pastor. Esto puedo resumirlo en una frase de un obispo español, Pere Casaldáliga: «Al final del camino me dirán: ¿Has vivido? ¿Has amado? Y yo, sin decir nada, abriré el corazón lleno de nombres».

Esta es una Eucaristía de acción de gracias por estos cinco años vividos juntos, por todos los rostros que el Espíritu de Dios ha cincelado en mi corazón y me llevo conmigo allá donde vaya. Solo puedo deciros que aunque nuestro camino «instantáneo», espacio/tiempo, se separe, vamos a estar siempre juntos en cada Eucaristía, en cada oración que con sencillez de corazón hagamos los unos por los otros. Uno nunca olvida a aquellos que le han amado, que le han acompañado y que le hacen ser quien hoy es. Esto es lo que me sucede con todos vosotros.

Al igual que le pasa a Dios, llevo vuestros rostros tatuados en mí para toda la vida; rostros con nombres y apellidos, rostros con una historia detrás de vida, de seguimiento de Jesús. Todo lo que hemos vivido y compartido es un tesoro almacenado en el Cielo, y ya presente en nuestro corazón.

Gracias hoy, especialmente, a Álvaro. El Señor nos puso en el Camino en la Puri, y durante dos años pudimos compartir vida, servicio… Allí me acompañaste, me cuidaste, y me ayudaste a superar un momento de crisis personal que hizo que mi vocación y mi respuesta a Dios fuesen más fuertes. Después aquí, en San Alfonso, hemos compartido cinco años preciosos donde ha crecido nuestra amistad y cariño. Esto, aunque físicamente sea así, nunca se perderá, porque Dios nos ha puesto el uno junto con el otro para seguir caminando y cuidándonos. Por eso, como Teresita de Buenafuente decía, GRACIAS y PERDÓN. Gracias por tanto amor, cuidado, consejos, cercanía, paciencia…, por haberme dado tu persona y enseñarme a ser un pastor como el Corazón de Cristo. Y perdón por todas las ocasiones en las cuales no te he comprendido, me he encerrado en mí mismo o no he sido un buen compañero. Perdón por todo aquello que te haya hecho daño o no haya correspondido a tu amor y tu cariño.

Gracias también a la pastoral de la salud. Qué testimonio tan grande de la presencia del Resucitado en la vida de nuestros hermanos y hermanas enfermos. Qué testimonio de que Dios está cerca de los que sufren y de aquellos que lo necesitan. Seguid llevando el amor de Jesús, sois cauce de Él. O, mejor dicho, sois otros Cristos para ellos.

Gracias al grupo de escucha, siempre disponibles al servicio de aquellos que necesitan de otro para poder ser cuidados, apoyados y ayudados para continuar, con esperanza y confianza, la vida.

Gracias a Vida Ascendente, por todo el cuidado y acompañamiento de los más mayores de la comunidad. Con vuestra oración sostenéis la vida de la Comunidad.

Gracias al grupo de Cáritas, en todos sus proyectos: Mayores, menores, acogida…; sois una parte importante de la vida de nuestra comunidad. No dejéis de ocupar el puesto que en medio de nuestro barrio debe de tener nuestra parroquia: ser luz para las oscuridades, fortaleza para los débiles, esperanza para los decaídos, testigos del amor de Dios por cada persona que venga pidiendo ayuda a nuestra casa.

Gracias a Liturgia que, con tanto cuidado, esmero y cariño, cuidáis todas las celebraciones. Gracias por todo vuestro trabajo callado al servicio de la comunidad.

Gracias también al coro. Cómo he disfrutado de las misas (y de la Pascua) con vosotros. Gracias por poneros al servicio de la comunidad y poner vuestro corazón en animar las celebraciones para que el nuestro pueda «conectar» más rápidamente y abrirse al corazón de Dios.

Gracias a todas las Comunidades religiosas de la parroquia: Vita et Pax, el Prado, Religiosas del niño Jesús, Dominicas de la Presentación… Sois luz del mundo y sal de la tierra en estos momentos de tanta incertidumbre. Vuestras vidas entregadas por amor a Dios nos muestran cuál es el amor que nunca falla y que hace fecunda la vida.

Gracias a la pastoral prematrimonial. Cuánto bien hace que sean matrimonios los que muestren a través de su testimonio lo que significa el sacramento del matrimonio. Si las circunstancias lo permiten, continuad para que otros muchos conozcan que el matrimonio es una vocación que merece la pena.

Gracias al grupo Getsemaní y Anillo. Gracias por tantos ratos y momentos compartidos juntos, por ser referencia y testimonio de que puede haber grupos de matrimonios en una comunidad. Gracias por apostar por vivir el matrimonio en clave comunitaria. Seguid adelante.

Grupos de Juan XXIII, Santa Teresa, El Hayedo, San Ignacio, Ubi Cáritas, Naim… no sé si me dejo algún otro. Gracias por haber estado siempre a mi lado y por vuestro testimonio de constancia y perseverancia en la vida de fe y en el compartirla en Comunidad.

Gracias al grupo de mantenimiento de la parroquia. Siempre habéis mostrado una disponibilidad y un cariño enormes a la hora de echar una mano y dejar la parroquia como si fuese vuestra casa…. bueno, es que es vuestra casa, y así lo hacéis ver a todos aquellos que os ven trabajar por todos nosotros. Gracias de verdad.

Gracias al Consejo de Economía. Gracias porque la nómina ha llegado bien en estos años… jejeje. Más allá de las bromas, gracias por el cuidado que tenéis y por la gestión responsable y eficiente de los recursos de la parroquia. Ojalá muchas parroquias pudiesen contar con un grupo así.

Doy también las gracias a aquellos con los que más cerca he estado: los catequistas de la pastoral prebautismal, catequesis de iniciación cristiana, y grupos de Jóvenes, San Juan Bautista, San Pablo y Santiago. Hemos compartido lo más grande que tenemos: la persona de Jesús y su amor. Seguid mostrando quién es el Señor, con qué amor de predilección ama a cada persona (única e irrepetible) y, sobre todo, seguid entregando vuestra vida con amor y gratitud, porque sois un testimonio creíble de que Dios les ama y que está con ellos en el camino de la vida.

Gracias también a todos los niños, preas y jóvenes de la parroquia. Cuántas cosas hemos compartido y vivido en torno a la frase «déjate sorprender». Habéis sido un regalo de Dios para mi vida y mi ministerio. Gracias por dejarme compartir la fe y acompañaros en vuestra vida. Os llevo conmigo.

En especial me llevo conmigo a dos grupos que han sido los que más de cerca he podido caminar con ellos: San Juan Bautista y …. ¿¿Jóvenes 5??

Gracias a san Juan Bautista por ser el primer grupo que conocí, del cual algunos sois ahijados de confirmación…responsabilidad máxima. Doy gracias a Dios por todo lo que hemos vivido y compartido juntos, por todo lo que en estos años habéis crecido. Siempre seréis especiales para mí.

Y gracias a Jóvenes 5… 6… bueno, a mi grupo de jóvenes. Parece mentira que nos atreviésemos a ir a Cracovia juntos, y más aún todo lo que hemos vivido a nivel grupal y personal. Gracias por haberme hecho testigo de vuestra vida y ser apoyo; en realidad, hemos sido apoyo los unos de los otros. Como siempre os digo: lo que habéis recibido gratis, dadlo gratis. Más allá de vuestras diferencias, sois un precioso mosaico que muestra el rostro de Cristo. No tengáis miedo a entregar la vida por amor a Dios y a los demás. Sois el AHORA de esta Comunidad. Ocupad vuestro puesto.

Y esto último os lo diría a toda la parroquia. Por favor, no dejéis de ser quienes estáis llamados a ser en nuestro barrio, en nuestros trabajos y en nuestras familias. Escuchad la voz de Dios que os llama a vivir en una relación personal basada en el amor, no en el miedo o en el simple cumplimiento. Todos sois personas preciosas, esos rostros de los que hablaba al principio, que me llevo esculpidos en mi corazón y que me hacen ser el sacerdote que soy. Haced con los demás lo mismo que habéis hecho conmigo: sed el rostro del Resucitado para todos los que os rodean, y llevad el Evangelio allá donde os encontréis. Sois peregrinos y servidores, no dejéis nunca de serlo. No perdáis vuestra identidad personal.

Gracias a todos por tanto amor y bien recibido. Gracias de verdad. Esto no es una despedida sino un hasta siempre, porque siempre os llevaré en mi corazón. Rezad por mí, para que pueda ser fiel a Jesús y cumplir en todo su voluntad. Esto es lo que deseo y quiero, porque en la voluntad de Dios siempre se encuentra nuestra felicidad y nuestra plenitud, aunque a veces pueda costar.

Que María, mi Madre, aquella que siempre ha cuidado de mí y me ha llevado a su Hijo, siempre esté en vuestros corazones. Le pido que ella os proteja y os guíe como lo ha hecho conmigo.

Gracias de corazón a todos.

Carta de nuestro Párroco

Finalizamos este curso, tan raro y tan diferente, con la noticia del nombramiento de Quique como párroco. Es algo que ya desde el año pasado preveíamos, pero no por ello deja de ser un momento duro. Triste por un lado por la pérdida que supone para cada uno de nosotros, y por otro de alegría por su nombramiento de párroco y su comienzo de una etapa de mayor responsabilidad al frente de la comunidad parroquial de Virgen del Mar.

Han sido siete años juntos, de los cuales cinco han correspondido a su ministerio en esta parroquia, desarrollando desde el cariño y la comunión un proyecto común, pero la necesidad de la Iglesia y el suyo propio de crecimiento como pastor, ha hecho que siguiese el proceso natural: ser a su edad párroco de una nueva comunidad.

Por eso, llenos de gratitud y cariño por su persona, entrega, servicio, y sabiendo que su ausencia la vamos a notar de una manera muy fuerte, es necesario que nos preparemos para afrontar la nueva etapa que se abre.

Lo primero es dar gracias a Dios por todos los bienes y gracias concedidos a través de Quique. Pedir por él, para que el Señor le guíe, le ayude, para que encuentre el mismo cariño que ha vivido en nuestra parroquia.

Y a los que nos quedamos y permanecemos en San Alfonso, nos corresponde este verano y el año próximo pedir mucha luz y fortaleza, pues se abre un reto para todos nosotros. Nos vamos a enfrentar a lo que tantas veces en estos años hemos comentado y que la visita pastoral puso de relieve: la necesidad de ir adecuando la misión de la Iglesia a las circunstancias actuales, manteniendo la parroquia de antes pero con la nueva forma de parroquia que va surgiendo.

Hemos pues de abrirnos a la voz del Espíritu, implorar su luz y sus dones para leer en los signos de los tiempos los caminos y veredas por los que nos quiera conducir. Exigirá de nosotros imaginación, apertura y generosidad, pues será necesario abrirnos a experiencias más generales y amplias que superen el mero ámbito parroquial. Lo hemos de hacer sin miedo, remando mar adentro sabiendo que solo podemos avanzar si en nombre de Jesús echamos sin cansarnos las redes. Lc,5,1-11.

Nos enfrentamos a algo nuevo, pero que ya viven desde hace años muchos colegios religiosos: la disminución de la presencia de la orden titular y la asunción de mayor responsabilidad por parte de los padres o laicos comprometidos con el carisma de la orden.

Así, pues, es momento de confianza, de Esperanza de saber que Dios nos guía y nos cuida, y, por supuesto, de mucha humildad para aceptar nuestras limitaciones; y, sobre todo, para ser dóciles a la realidad diaria y así vivirla no como un problema, sino como una oportunidad para que surja una nueva forma de parroquia

Pues con esa confianza, sabiendo que es Dios quien guía a la Iglesia y que nosotros somos solo colaboradores, os pido que en este verano recemos, pidamos por Quique, por nuestra parroquia, para que a la luz del Espíritu podamos seguir como lo hemos sido siempre: luz y vida para el barrio.

Que Dios os bendiga.

Día de la Caridad 2020

CORPUS CHRISTI. DÍA DE CARIDAD 2020 

«Es momento de aunar esfuerzos»

Queridos hermanos y hermanas:

El domingo 14 de junio celebramos la festividad del Corpus Christi, Día de Caridad. Se trata de la presencia viva y real de Cristo en el sacramento de la Eucaristía que nos invita a implicarnos en la dinámica de su entrega. Con el lema «Es momento de aunar esfuerzos», queremos centrar nuestra llamada y esperanza porque el Señor nos ha acompañado en este tiempo de pandemia, de desesperanza y soledad. Él es misericordia y vida: «el que come este pan vivirá para siempre» (Jn 6, 58). En la Eucaristía se parte y reparte por todos. Celebramos y hacemos presente la vida que Jesús entrega por amor a toda la humanidad. En la comunión eucarística experimentamos el amor que Dios nos tiene como hijas e hijos suyos y alimentamos nuestro amor a los hermanos.

Nuestra Cáritas Diocesana ha celebrado especialmente el Día de Caridad en las parroquias y lugares de culto. Y, desde hace 60 años, viene celebrando este día en la calle, gracias a muchas personas voluntarias dispuestas a compartir su experiencia en una jornada de cuestación con puntos de información y recaudación. Justo este aniversario que se estaba preparando con toda la ilusión, tendrá que celebrarse por los caminos que nos ofrecen las nuevas tecnologías. Y lo hacemos en medio de una crisis sin precedentes generada por la pandemia. Cáritas Diocesana la está viviendo como testigo directo, en la calle, acompañando y ayudando a las personas y familias afectadas por sus dolorosas consecuencias.

En estos tres últimos meses, las peticiones de ayuda a Cáritas Diocesana de Madrid se han triplicado. Las ayudas económicas han aumentado en un 94%. A este respecto, os escribía recientemente una carta que titulaba «Dios es nuestra esperanza». Hoy más que nunca, «es momento de aunar esfuerzos» y hacer visible, de manera inédita, que nuestro Dios cuida de sus criaturas especialmente en unos tiempos difíciles de incertidumbre que, entre todos y con todos, transformaremos en tiempo de gracia. Cuando se tiene al Señor al lado, las respuestas son diferentes. Son las que daría Jesús: «¿Qué quieres que haga por ti?». En estos días se hace necesaria la generosa colaboración de todas las instituciones y de la sociedad entera. Solo así podremos salir de esta crisis juntos, sin que nadie se quede por el camino.

Quiero expresar, una vez más, mi agradecimiento a las numerosas personas y grupos que, en este tiempo de crisis, se están dedicando a servir y amar, expresión de ese Amor con mayúsculas que celebramos en la solemnidad del Corpus Christi. Lo avalan los más de 3.000 nuevos voluntarios y las donaciones recibidas. Porque son muchas las consecuencias negativas de la pandemia, pero no son menos las respuestas solidarias y generosas que nos impulsan y dan aliento.

Pido a Nuestra Señora de La Almudena que nos ayude a experimentar cómo «la Caridad de Cristo nos urge» (2Cor, 5,14) para no pasar de largo ante la precariedad y el sufrimiento de tantas personas.

Os bendice con todo afecto,

Creo, Señor, pero aumenta mi confianza

Poco a poco el tiempo ha ido transcurriendo y en este día de Pentecostés, quiero compartir con vosotros reflexiones que como en otras ocasiones surgen de la oración y del tiempo pasado ante el Santísimo en estos meses de confinamiento.

El deseo de Dios y la confianza

La primera y fundamental, ¡cuánto hemos buscado a Dios!  Ha sido un aluvión de respuestas: Unas más acertadas que otras, unas más en nuestra sintonía que en otras pero en todas ellas estaba el deseo de la Iglesia de acercarnos a Dios. Casi todas las parroquias, los movimientos, las  órdenes religiosas, a menudo los propios fieles de manera particular,  han intentado cuidar de la porción del rebaño que les ha sido destinada, y para ello hemos rezado, intercedido y usado  la tecnología con las virtudes y logros que conlleva pero también con sus carencias.

Otro elemento a resaltar ha sido el recuperar la comunión espiritual, la unión íntima con Cristo, en el deseo,  ante la imposibilidad de realizarla físicamente. Y como diría san Francisco de Asís, ahí Dios nos ha regalado  una florecilla a la parroquia, pues esa oración procede de nuestro patrón S. Alfonso María de Ligorio

Un rasgo fundamental,  en este deseo de intimidad con Dios, ha sido la numerosa presencia de Cristo Eucaristía. Hemos puesto en valor, y nos hemos dado cuenta, de la importancia  y necesidad de la Eucaristía, pues la Iglesia vive de ella.   Numerosas celebraciones ya sea  desde Roma, con  la impresionante oración en  san Pedro el viernes de dolores, o  la exposición diaria después de la misa de la mañana en Santa Marta,   hasta el rincón más perdido,  han tenido en la Eucaristía el centro de la experiencia de Dios, acompañada claro está como no podía ser de otro modo, por la Palabra.

Le  necesitamos, le  buscamos. Queremos  verle, escucharle y estar con Él, y así poder llenarnos  de su consuelo y amparo.

Junto a lo anterior, la labor callada de entrega y servicio nacida del Amor. No es posible amar mucho a Dios, si no amamos a los demás. Y de nuevo la Iglesia a pie de obra, en las parroquias, en los hospitales en la residencia intentando llevar el auxilio, la cercanía y la ayuda de Dios tanto material como espiritual a todos los que lo necesitaban.

Por eso creo y es mi impresión,  que han sido dentro del profundo dolor, tristeza y sufrimiento,  meses donde la  gracia se ha desbordado para llenar a los hombres de consuelo y esperanza. han sido meses de verdadero deseo de encuentro con Dios, donde nos hemos dado cuenta de la importancia y del gran regalo de la fe, de la esperanza y por supuesto del Amor.

 Pero junto a ello,  ha habido una percepción  que se ha ido confirmando según se acercaba Pentecostés, iluminada  a través   de los hechos de los apóstoles, al recoger  las dificultades de la Iglesia naciente.  La percepción que estriba en  la actual falta de confianza  en Dios de la que me hago parte y me reconozco. Es cierto que creemos en Él, que le queremos con locura, pero ¡ay! cuanto nos cuesta confiar en Él, y ver en todo lo que vivimos su protección

Es aquí donde quiero detenerme. Es cierto que tenemos mucha fe pero nos falta mucha confianza.

Rasgos de la ausencia de confianza

Nos falta la confianza como un estilo y una opción total e integradora de la vida.  Y cada día por otra parte,  más necesaria. La fe en su esencia supone una concepción integradora de la vida. Supone una luz y una fuente que  ilumina toda nuestra existencia. Y esa fe se va concretando en un mayor abandono en la voluntad y en los brazos del Padre. Es cierto que este abandono es difícil. Ejemplo de Cristo en Getsemaní. Pero  ante las características de nuestra sociedad y estilo de vida, es cada vez más necesario y urgente recuperar esa dimensión. No es cuestión aquí de hacer un  tratado sobre la fe, pero si quiero desde mi experiencia y oración dar algunas pinceladas que lo puedan iluminar. 

 Primero detectar el peligro o el engaño. Vivimos continuamente reclamos de desconfianza,  debido claro está a que la sociedad al ser cada día más virtual va perdiendo el trato humano y real con las personas. Cada día se da la paradoja  de que nos  es más fácil actuar de una manera anónima  y al mismo tiempo tenemos mucho menos ámbito de libertad y privacidad. Nuestras vidas cada día están más  controladas. Cruces de datos, en todos los ámbitos, cámaras en todas las ciudades y esquinas, avisos de que su conversación está siendo grabada…. La visión del gran hermano, es una realidad. En  base a una supuesta seguridad somos cada día más controlados y controladores, pues no nos fiamos de los demás.

Otro ejemplo vivido estos meses: los vecinos «controlers»  que se erigían en la policía de las buenas prácticas durante el confinamiento.

Donde queda el prohibido prohibir de hace 40 años, o el simple apretón de manos, para saber que me podía fiar, o las expresiones:,”  te doy mi palabra”  o “palabra de honor”. Ahora la palabra de uno, ya  no sirve. La puedo cambiar en cuanto quiera, como vemos que se hace continuamente en todos los ámbitos de la vida y con más dolor en las autoridades. Y esta desconfianza, este estilo de vida, de manera paulatina va empapando nuestra piel, nuestra percepción y nos transforma, llegando de manera inconsciente a que en  nuestro interior sin darnos cuenta se produzca la siguiente pregunta.

¿Si no me puedo fiar de la palabra de los demás,  como me voy a poder fiar de la PALABRA de DIOS?

Por eso es urgente, recuperar ese aspecto de la fe.  Ser persona de principios, y cuál es nuestro principio. Soy de Cristo. Soy discípulo suyo y quiero vivir como Él, aunque eso suponga en muchas ocasiones no ser comprendido o  ser criticado. La fe en su esencia  es confiar. Yo sé de Quien me he fiado.

Por eso en este Pentecostés vamos a pedir la experiencia de la confianza, que nace por supuesto  del Amor. De conocer a Cristo, pero que solo se puede poner en práctica desde la confianza.

 Igual que nos pasa con el amor, que si no amamos a los hermanos a los que vemos, como vamos a amar a Dios, pues lo mismo ocurre con la confianza. Si no confío en los demás como voy a confiar en Dios.

Recuperar la confianza

Por eso hoy os invito a que nos  demos cuenta de donde he puesto mi seguridad. Lo vamos a hacer de una manera realista. De una manera sincera,  para detectar cuando y en que circunstancias, esa seguridad radica solo en mis fuerzas, en mis logros en mi entorno confortable, en mantener a toda costa mi bienestar. o por el contrario en la llamada de Cristo a Pedro después del dialogo de amor, en que le dice SIGUEME

Algunas dificultades que todos tenemos para ese seguimiento y esa confianza, son propias de nuestra debilidad humana. Entre ellas, el miedo. El gran anuncio de Cristo siempre es no tengáis miedo. Sus últimas palabras, es yo estaré con vosotros hasta el fin del mundo. Confiad en mí. Pero el miedo es libre. Y cada uno tenemos nuestros propios miedos y la tentación se sirve de ello. Este miedo se manifiesta también al rezar, especialmente el Padrenuestro Rezamos diariamente, hágase tu voluntad, pero en numerosas ocasiones nos encontramos pensando que esa voluntad de Dios  en vez de ser algo agradable, bonito, bueno para los hombres, va a ser sufrimiento y cruz.  Es una imagen de Dios  en la que pareciese que su voluntad no es buena para nosotros. Tenemos miedo de su voluntad cuando debería ser todo lo contrario. Lo único que Él quiere  es que vivamos llenos de Amor. Que disfrutemos de la Vida en su plenitud. Que nos llenemos de los frutos del Espíritui Santo. Amor, gozo, paz…Galatas 5,22

Es el gran aprendizaje de los  ejercicios espirituales. Según vas avanzando en ellos, va creciendo el deseo de entrega da Dios, e inmediatamente, viene el miedo. Si Señor lo que quieras, pero  esto no. Por favor, aquello tampoco y a lo de más allá consúltame primero…. es decir es tanto el miedo a perder nuestro ámbito de confort, a perder ser nosotros los que organizamos nuestra vida, que al final nos lleva a no confiar, solo a creer y a desear pero nos cuesta mucho llevarlo a la  práctica.

Por eso los ejercicios  acaban, con el envío a la misión, con la oración del total abandono de s. Ignacio. Tomad Señor y recibid…. 

Y la gran pregunta ¿como crezco en confianza?. Sólo hay una manera. Confiando.

 La confianza no es un sentimiento, no es algo afectivo, la confianza es un acto de voluntad que vincula a la inteligencia y a los afectos. Y cuando nos la han robado o  la hemos perdido, hay que vivirla como una opción de vida.

Vuelvo a optar por confiar, vuelvo a optar por vivir la vida desde esta manera,  vuelvo a dar una oportunidad, vuelvo a mirar con confianza a esa persona a mi mismo  a Dios.

El gran regalo de la Fe, la vida eterna. El gran miedo del ser humano es a la muerte, yo diría incluso más que a ella,  al dolor y al sufrimiento.  Esta certeza nos rompe por dentro.  El ejemplo más claro es Getsemaní, y el salmo de Cristo en la Cruz, Dios mío, Dios mío, que aunque es un salmo de confianza, parte de la súplica y sensación de abandono total. Ante la gran prueba de la cruz, surge la fe. La fe a oscuras. Creer cuando ya no hay motivo para seguir creyendo, y hemos de hacer una opción de querer seguir creyendo y de pedir la fe. Ese aumento de fe lo tenemos que pedir hasta media hora después de muerto, como se suele decir. . Y esa fe nos muestra y nos enseña que nuestra vida es muy amplia. Nuestra vida no se circunscribe solamente a los años terrenos, sino que como veíamos el domingo de la Ascensión nuestra vida, está llamada a la eternidad. Nuestro cuerpo, nuestra persona, está llamada a la divinidad, porque El Verbo se ha hecho hombre y nos ha concedido participar de su divinidad.

La confianza desde nuestra humanidad. De nuevo como afrontarlo. Sólo lo podemos hacer desde la confianza, que ha de  partir  de nuestra debilidad. El ejemplo de la niñez espiritual, comenzado por Santa Teresa de Lissieux. Hemos de pedir insistentemente que aumente nuestra fe y nuestra confianza. Desde una posición humilde.  De reconocernos pequeños, débiles, incapaces de sufrir porque de aquella manera dejaremos al Espíritu Santo que nos llene, de sus fuerza. De reconocer, mis miedos, mis inseguridades, mis faltas de confianza, para pedirle al Señor que las vaya supliendo porque yo no soy capaz.

Lógicamente, también  hemos de pedir que nos libere de esa prueba, pero hemos de aprender como en la historia de los mártires que el Espíritu Santo en el momento más duro está siempre a nuestro lado sufriendo con nosotros y auxiliándonos.

Por eso es importante recuperar la historia de la Iglesia y de los santos que nos han ido marcando el camino…para que su ejemplo nos ayude a confiar y a saber que si a ellos les ha ayudado a nosotros también.

La obediencia a la Iglesia. Aquí quiero resaltar el ejemplo de tantos santos que perseguidos por la Iglesia, y encarcelados por ella, no han dejado de quererla y de obedecerla. En esa actitud de amor y humildad, la Verdad se ha impuesto, y sus reformas fueron aceptadas, y fueron fuente de renovación espiritual de la Iglesia y ahora les veneramos y reconocemos su santidad.  

Y dentro de este apartado quiero también destacar la actitud de nunca creernos propietarios de los dones que se nos han ofrecido ni de los carismas otorgados pues igual que Abraham hubo de entregar a  Isaac al sacrifico, es mucho más frecuente de lo que pensamos , aunque el caso más conocido sea  el de san Francisco de Asís, que muchos  proyectos, empresas ,y  grupos iniciados por una persona, estos se  ven retirados de ella en vida, viendo y aceptando como su obra es continuada por una persona ajena a ellos.

La enseñanza de los demás.  Junto a los mártires y a los santos, otro elemento que nos puede ayudar a recuperar y crecer en confianza con Dios es la Historia Sagrada. Ver, conocer  como Dios no ha sido nunca indiferente al dolor del justo, al dolor de los hombres, al dolor de su pueblo, y como se las ha ingeniado para intervenir y guiar a los hombres en la historia de la salvación. Cuidado aquí con una visión providencialista de la  vida, en ocasiones mucho más evangelista que católica, buscando en todo  una actuación directa de Dios, convirtiéndonos en simples marionetas. La Providencia es cierto que actúa, pero nunca nos anula.  Por eso es necesario ese discernimiento que nos haga descubrir como Dios nos habla y nos guía a través de los acontecimientos sin entender que sea Él el causante  directo de los mismos

Y junto al ejemplo de los personajes bíblicos, el ejemplo de nuestros familiares, vecinos, personas conocidas de lo que te puedes fiar. De aquellos que sabemos como han vivido situaciones durísimas en su vida, y lo han hecho desde la confianza.  No desde la resignación ,que es no me queda otra y me aguanto, actitud no cristiana, sino desde la confianza, como la Virgen, no entiendo nada, me duele lo que me está ocurriendo, Señor no te veo ni te siento ni te escucho, pero creo y confío en ti

Aprender a abandonarnos. La siguiente escuela es el abandono. No se trata de una actitud de pasotismo o de indiferencia ascética o de tipo zen hacia lo que ocurre a mi alrededor, sino todo lo contario. Saber que Dios cuenta conmigo para construir su Reino, pero que no soy Dios. Y que no todo depende de mí. Que yo he de servir a mi Señor haciendo lo que me corresponde. Haciendo mi tarea, viviendo mi vida intentando ser fiel a la misión que Dios me ha encomendado. Lo que tantas veces hemos dicho que a nosotros nos toca sembrar.  Es decir somos sus manos, pero no somos la cabeza y la tentación hace que muchas veces nos creamos que somos nosotros los únicos responsables de la vida.

La gratitud y alegría por el bien de los demás. Muy unido a lo anterior  existe otro gran peligro. La comparación. A ti que Pedro, a ti que. Nosotros hemos de ser fieles a los que se nos pide, hemos de seguirle con toda nuestra vida, por el camino que se nos indique, por el camino que se nos pida, y si a los demás no les toca ese camino, y si en nuestra opinión los demás tienen más suerte o una vida más fácil, me alegro por ellos. Doy gracias por ellos, y yo me limito sólo a ser fiel a lo que se me ha pedido a mí.

Por eso la gratitud  también es necesaria para vivir  la confianza. La alegría por el bien de los demás. Esta forma de vida,  evita la envidia. Hace que no estemos deseando continuamente aquello que no tenemos.

La gratitud  surge de una profunda experiencia de humildad. Gratitud porque me sé y me reconozco que todo en mi vida es don. Es cierto que esos dones los habré puesto en juego, los habré hecho florecer, pero todo es don y todo es gracia y luego tarea. Porque nuestra vida es un regalo de Dios y ninguno de nosotros tenemos el control absoluto de la misma.

Por eso a partir de Pentecostés y durante toda nuestra vida,  vivamos según el Espíritu quiere y nos ha enseñado. Vivamos llenos de gratitud, por haber conocido Cristo, por ser los amados del Padre. Y en esa gratitud vivamos la vida como el verdadero don que es. Con las ayudas de los sacramentos que el Espíritu ha suscitado. Con la riqueza de la Iglesia en su pluralidad de experiencias, vivencias, hermanos, con la pluralidad de carismas. Vivamos y salgamos sabiendo que para vivir en confianza hemos de ir ligeros de equipaje.  Tanto, equipaje material, que hará que  notemos  de manera muy fuerte las inclemencias del tiempo, pero también de equipaje afectivo y seguridades. Sabiendo que hemos de ir con  unas sandalias y sin túnica de repuesto y hospedarnos donde seamos acogidos.

Pongámonos pues a vivir  en confianza. Hagamos un acto de voluntad de evitar tantas cosas que cargamos diariamente por si ,por si , y que luego igual que la ropa en la maleta se ha quedado sin usar, en nuestra vida tantos supuestos no han sido necesarios.

Un ejemplo que entendemos todo, es cuando vamos a la montaña, o hacer el camino de Santiago. si en un principio metiésemos en la mochila todo lo que pensamos que es necesario, pesaría 30 kilos, lo que nos imposibilitaría andar . Pues lo mismo con nuestra vida.  Quitemos todo aquello  que nos aplasta, y nos entorpece. Vivamos confiados de que si hay un problema saldremos adelante. Todos hemos tenido experiencia de ello. De las numerosas veces que  hemos experimentado que Dios dirige la iglesia; que Dios  guía nuestra vida;  que a nosotros nos corresponde solamente  ser y estar disponibles a la  misión que Él nos quiera encomendar y llevarla a cabo con su ayuda de la mejor manera posible.

Pues llenos de confianza, sabiendo que tenemos el mejor protector y seguro del mundo, que es el Espíritu Santo salgamos a las plazas a los caminos, empezando por nuestras familias a anunciar con nuestra vida, que SOLO DIOS BASTA, y veremos y comprobaremos como nuestras vidas se llenan de Alegría. Y como eso no es fácil ayudémonos unos a otros a vivir en esa confianza y abandono en Dios. Que Dios os bendiga

¿Qué es la Iglesia en España?

No son números. Son PERSONAS. La Iglesia en España también eres tú.

Lo que hacemos.

Lo que haremos :

  • con tu participación
    • con tu tiempo
    • con tu talento
    • con tu oración
  • si lo cuentas
  • Con tu X en la declaración
  • Con tu aportación

Vuelta a la normalidad. Mirad que todo lo hago nuevo

Es la gran palabra repetida. Y me surge una cuestión que quiero compartir con vosotros, pues puede iluminar ese camino.  A qué normalidad queremos volver. Es decir cómo quiero que sea mi vida después de lo  que he vivido.  Creo y como pastor os lo comparto, no podemos volver a vivir igual.

Igual que hablo de mi vida, hablo de la parroquia, de las actividades pastorales… 

Creo que  a cada uno nos toca ser sinceros con nosotros mismos para responder esa pregunta. Por ello, vamos a pedir insistentemente luz al Espíritu Santo, para que nos abra a su presencia. Para que nos ayude a discernir que quiere Él;  y como creyentes,  hemos de pedir que lo que quiera Él, también lo queramos nosotros. Ser SANTOS. 

Personalmente pienso  que hay una llamada urgente a recuperar la esencia de la Vida. El AMOR VERDADERO. Y quitar  todo lo que obstaculice su presencia en nuestras vidas .de la vida familiar, del ocio, del trabajo, de las agendas, de la parroquia, del bienestar y consumo, de lo económico, de las tecnologías, de las compañías…  Quitar  todo envoltorio por muy bonito que sea que  obstaculice encontrarnos con Cristo y vivir unidos a Él. Ese es el verdadero regalo   Y ese regalo es la Salvación. Cristo ha muerto y ha resucitado por mí. Porque me quiere, para salvarme del pecado y de la muerte,  y esa alegría Pascual la hemos de anunciar.

 Sin querer ser exhaustivo, sin querer hacer una descripción detallada de lo vivido, ni un estudio sociopolítico ni eclesial, ni entrar en crítica de ningún tipo sino simplemente mirando hacia adelante quiero  compartir cosas que pienso que están en el  sentir común de la gente.

.- El parón. Al principio que duro, que susto, uff como vamos a afrontar la convivencia todos juntos, como voy a parar la cabeza,….y aquí podemos poner cada uno lo que  hemos experimentado.

El tiempo nos ha mostrado que en parte esta  experiencia  ha sido un gran regalo. Hemos tenido que abrirnos a compartir tiempo con los demás especialmente con mi familia. Eso ha supuesto ceder, no encerrarnos en nuestro cuarto y hemos descubierto que bien y que bueno es eso. Cuanto quiero y valoro a mi familia. Cuanto echo de menos no poder ver a mis padres, ni abrazarles, ni tener gestos de cariño….y eso es necesario mantenerlo y afianzarlo día a día. Y no solo porque me toca estar encerrado en casa sino porque es parte fundamental de mi vida. Eso obligará a mirar nuestras agendas, a buscar tiempo de calidad, a compartir y vivir junto y con mi familia.

.- La presencia de Dios. Y ¿Dónde está Dios? la gran pregunta del hombre ante el dolor. Y la respuesta como es habitual  en Él, ha  sido en el silencio. Y muchos hemos experimentado como una vuelta a lo esencial. A la necesidad de estar en  su presencia. Fundamentalmente en Semana Santa,  donde el  no salir, ha centrado  nuestra atención solo en Él. Muchos me habéis dicho que esto os  ha ayudado a vivirla muy profundamente.

Cuantas veces en las celebraciones la presencia del envoltorio, los signos, los cantos, el sacerdote, la asamblea,  cuya misión es adentrarnos en el misterio y por eso las diferentes sensibilidades y maneras celebrativas, empaña y  no ayuda a la transparencia.  Nos oscurece en vez de abrirnos al misterio de Amor. A descubrir la entrega de Cristo en la cruz y su resurrección por salvarnos.

Eso mismo que ocurre en las celebraciones, sin negar la importancia de la mediación, nos puede pasar en toda la vida pastoral, y no solo a los sacerdotes, sino que es necesario que revisemos si  transparentemos  solo y exclusivamente  a Cristo. o  a veces nuestras peculiaridades lo difuminan. Él es el  Único Mediador,  lo que evitaría que en nuestra vida solo diésemos cabida  a  una visión concreta  de la Iglesia o del  evangelio,  sin darnos cuenta de que en la Iglesia cabemos todos,  siempre que estemos  de acuerdo con el depósito de la fe transmitida .  Y que las distintas espiritualidades y carismas son un regalo para ella, con independencia de que nos sintamos más identificados con unos o con otros.

Lo mismo nos puede ocurrir con nuestros grupos de referencia.  Es necesario pararnos  para ver si verdaderamente me hacen crecer en mi entrega de la vida, en mi deseo cada vez más profundo de ser sólo y exclusivamente de Cristo sabiendo que a más Cristo, esto nos va a llevar a entregarnos más a la familia, a un trabajo bien hecho y digno. A  un mayor servicio y entrega en ocasiones a través de terrenos inéditos o inexplorados.  Es decir,  a vivir el camino de santidad, que Dios tiene pensado para cada uno de nosotros.

Por eso una preocupación que me surge es si en la actualidad eso se produce en mi vida. ¿El grupo en el que participo , me ha ayudado y me sigue ayudando hoy en este momento concreto a esa entrega o al contrario es  solo un  espacio de confort?  A veces ocurre en los grupos humanos, que el valor final aunque no se reconozca como tal,  es el  permanecer en el grupo y lo que valoremos es sus años de existencia  y así a menudo , nos encontramos sin apenas cambios de personas ni de acciones ni de planteamientos a excepción de los que la propia biología de la vida va generando.   

 Aquí sí que os pido que seamos muy sinceros con nosotros mismos. Porque habrá muchos matices, y muchos claroscuros. Para ello es  necesario mirar los frutos. El grupo, la catequesis, ¿me ha abierto sinceramente a Dios? ¿Me ha permitido ofrecerle mi vida? ¿Me ha permitido salir de mi propio grupo, solo por ser fiel a lo que Dios me pide? ¿Me ha abierto a los demás incluso a aceptar planteamientos y a respetar y reflexionar planteamientos de la Iglesia que son ajenos a mi espiritualidad  y a mi sentir,  o por el contrario siempre revisamos y estudiamos y profundizamos en la mismos autores, en las mismas corrientes espirituales, los mismos temas,  sin permitir de esta manera al Espíritu que nos abra a otros horizontes. ¿Me ha llevado a una vida mucho más de santidad, y de entrega a Dios y a los demás? ¿Me ha llenado de los frutos del Espíritu Santo y me ha ayudado a  poner en práctica las obras de misericordia que tan oportunamente, nos recordaba el Papa, en el jubileo extraordinario?

.- La apertura a la trascendencia, Mucha gente se ha ido abriendo a la trascendencia entrando  en su cuarto, cerrando  la puerta para entrar  al   corazón y rezar.  Al mismo tiempo. La necesidad de la eucaristía,  de la Palabra, donde me he sentido más interpelado por Dios para afianzar este trato íntimo con Él. Como puedo organizar mi vida  para que eso trato íntimo  sea un momento central del día.

:- La presencia de la parroquia en su conjunto.  Al intentar al hilo de lo que ocurría  ir adaptándonos y satisfaciendo las diferentes necesidades y sensibilidades, se nos ha  mostrado de una manera más clara la gran riqueza de la parroquia. Las diferentes realidades que vivimos y  con las que compartimos la fe en ella. Ese deseo que manifestasteis de  poder celebrar el triduo pascual desde la parroquia, pues a veces la celebración en Roma se hacía muy ardua sin que eso supusiese problema alguno de comunión con el Santo Padre.  Esto seguro que nos ha ayudado  a experimentar que   formamos parte de una comunidad de hermanos en la fe. Es cierto que  con   diferentes matices, pero  hermanos. Seguro que nos ha hecho ser más conscientes de la Universalidad de la Iglesia  al tiempo que a muchos os ha permitido seguir  meditaciones y reflexiones , a través de páginas propias de  órdenes y movimientos distintos a la parroquia   siendo así enriquecidos por el Espíritu Santo.

.-La alegría de darnos y la dignidad de la persona.  Ha sido una gran marea de entrega, de servicio, de deseo de ayudar. Es decir de seguir al Maestro lavando los pies. Aunque también aquí a veces pueda existir una gran dosis  de emotividad, de sensiblería. El salir a los balcones a aplaudir, el dar  a los likes en los mensajes y campañas, y reenviarlas, no puede servir,  simplemente para acallar conciencias. Es preciso que me lleven a vivir según eso a lo que he dicho like.  Quizá pensemos que contribuir con  mi firma es ya suficiente y no haga  que varíe en absoluto mi manera de vivir, justificando un estilo de vida en el que no renuncio en nada  ni  a mi confort, ni a mi comodidad, ni  a mi bienestar.   Uno de los aprendizajes  que más nos urge , es a recuperar el valor de lo sencillo y de la austeridad. No podemos querer y tener todo, de todo y en todo momento e inmediatamente. La educación en la paciencia y en la espera es algo que urge.

Para que entendáis a lo que me refiero, os pongo algunos ejemplos  que me han llamado poderosamente la atención.

  El miedo a contaminarnos y a contagiarnos, pero el aumento brutal de pedidos en line. Los demás no importan mientras a mí no me falte de nada. Lo mismo con las compras, llamaba a todo el mundo la atención al principio la obsesión por el papel higiénico, y la leche, basados seguro en los por si, sin pararnos a pensar en los demás. Esto da pie al siguiente aspecto.

.- El miedo o egoísmo.  Lo más doloroso de todo ha sido la muerte de miles de personas y lo que se oye es: pobrecillos, que se le va a hacer; vaya faena, les ha tocado. Abuelos que han dado su vida, que no han tenido una vida fácil: la guerra, la emigración, los años del hambre, el desarrollo, el esfuerzo para que estudiásemos,  y de nuevo, ay es que son mayores y  ya su vida está cumplida. surge así  de manera sibilina  la justificación de que su vida está cumplida y nosotros somos jóvenes y tenemos todavía mucho por vivir. Lo mismo con las personas   con discapacidad que se han convertido en números y no se les ha podido acompañar personalmente. O incluso se ha decidido prescindir de ellos porque los recursos no daban abasto, ¿y la dignidad de la persona en todas sus circunstancias dónde queda? ¿Dónde están las voces que defienden  la dignidad de la persona en todo momento y circunstancia?. Creo que hemos estado muy callados. aunque espero y confío  que ninguno de nosotros hayamos sucumbido a esas dos tentaciones sino que al contrario hayamos apreciado más aun el valor de la vida humana en toda su dignidad y lo anunciemos sin desfallecer.

Es cierto que la respuesta de todos espero haya  sido la oración. Una oración de intercesión; pero también es momento de revisar  si a través de  la oración justificamos el no dar la vida. El quedarnos parados. La oración no olvidemos que nunca es individualista ni siquiera en los contemplativos más eremitas ,  sino que siempre conlleva   dar mi vida por los demás,. eso sí , de la manera que Dios disponga.   Por ello la pregunta que nos hemos de hacer es si mi oración me ha llevado a entregar mi vida aunque eso suponga renunciar a mi bienestar y confort. y no me refiero sólo a lo económico.

Por todo ello, os invito a que en esa vuelta a la normalidad cada uno seamos sinceros. Que  nos demos cuenta de  lo que nos ha llenado de paz. De alegría, de cariño, de ternura y de amor. Y lo escribamos bien en grande en nuestro corazón, para que en nuestro día a día lo llevemos y lo hagamos presente.

Que veamos también todo aquello, en que nos ha faltado confianza en Dios, para poner mi vida en sus manos, en todo aquello en lo que el  miedo ha hecho presa en nuestra vida, y ha triunfado mi confort, mi bienestar.  Para que pueda vivir poniendo mi vida en sus manos

También es bueno que veamos la bondad del silencio. La bondad de la vida sencilla. una vida  reposada y tranquila. La bondad de la austeridad

La bondad del tiempo de calidad con los demás, con Dios y conmigo mismo, y que nos dispongamos a tener en  nuestro día esos espacios. Si para conseguirlo fuese necesario   despejar la agenda parroquial junto con la personal, la despejamos.

 En definitiva que es lo que nos ha acercado mucho más profundamente a Dios y que nos ha separado de ello. Cuáles son los auxilios que he tenido para esa tarea. Y que obstáculos me he encontrado, para que los sepamos distinguir y apartar.  En definitiva no es otra cosa que ver como puedo vivir y que tengo que cambiar para ser más feliz siendo de Cristo. Es decir   ser Santos y  Construir  el Reino de Dios. y cuando movidos por el Espíritu,  lo intuyamos, lo escribimos, lo compartimos y sobre todo lo ponemos en práctica. 

Aprovecemos este momento único para volver a Dios. Para hacerle el centro de   nuestra vida. Que este momento sea un nuevo Pentecostés para nuestra querida Parroquia de San Alfonso, sea un nuevo Pentecostés para cada uno de nosotros y salgamos  todos a la calle a anunciar  con nuestra vida y  con nuestra palabra, la Verdad de la Vida.   Dios nos  ama de tal manera que  por la muerte y resurrección de Cristo nos ha salvado de la muerte, para que estemos junto a Él eternamente. y así vivamos llenos de gozo y alegría. para que con nuestra vida y testimonio llenemos nuestras familias , la ciudad y el mundo de esa misma alegría.  Seamos pues misioneros del Amor, misioneros de la Alegría misioneros de Cristo y constructores del Reino de Dios.

Que Dios nos bendiga , nos ilumine y nos ayude en esa tarea

No queremos que nadie quede atrás

Desde el inicio de esta crisis que estamos viviendo a causa de la pandemia provocada por el COVID-19, nuestra parroquia, está atendiendo a un total de 25 familias a través del servicio de la Cáritas parroquial. Se trata de unidades familiares compuestas por cuatro o cinco miembros cada una. De ellas, 18 son casos de nueva necesidad que por primera vez han tenido que acudir a Cáritas. Y que se suman a las 7 familias sin recursos cuyo seguimiento se hacía desde la parroquia.

Las ayudas las reciben en forma de alimentos que llegan a la parroquia desde los Servicios Sociales de la Junta Municipal del distrito o de donaciones. Además, se ha procedido al reparto de enseres -camas, colchones, sillas de ruedas y varios-, procedentes de IFEMA. Y al acompañamiento y derivación a otra comunidad de familias en riesgo de exclusión, siempre de acuerdo con el Samur social, por lo que a veces han tenido que pernoctar en la parroquia mientras se les buscaba un lugar habitable.

Para poder responder a todas las necesidades que iban surgiendo, en ocasiones se han tenido que comprar alimentos, ya que a veces no había suficiente avituallamiento, o carecían de productos frescos. Para ello, se ha recurrido a los fondos de la parroquia, y a donaciones de particulares. Si alguien quiere colaborar puede llamar al 660 108 842 para conocer cómo hacer el donativo y tramitar la deducción fiscal correspondiente.

Acompañamiento en el dolor

Desde el inicio de esta situación excepcional que hemos vivido a causa del coronavirus, los sacerdotes de la parroquia han dado una especial importancia al mundo del dolor generado por esta enfermedad. Por eso, nuestro párroco, ha formado parte del equipo de capellanes del Hospital de IFEMA mientras estuvo abierto.

A partir de ahora se mantendrá abierto el Centro de escucha existente en la parroquia, asociado a los religiosos Camilos, donde se acompaña a las personas a trabajar el duelo. Dada la dura situación vivida, este servicio experimentará un considerable aumento de los usuarios del mismo.

Atención a refugiados

Durante todo el confinamiento, se ha mantenido la atención a refugiados a través de la Mesa de la Hospitalidad. Así, con los sacerdotes que viven en el templo ha convivido un ciudadano guineano, y en la actualidad se han incorporado dos marroquíes que permanecerán en las dependencias parroquiales mientras dure el Estado de alarma. Su manutención ha corrido a cargo de familias voluntarias que preparan la comida, ayudadas por fondos de la parroquia.

Además, se ha mantenido el apoyo a los chicos del centro de menores a través de préstamos de tablets donadas por una empresa. De esta manera se ha facilitado que dichas familias puedan acceder a las actividades ‘on line’ del colegio, pues en muchos casos solo disponían del móvil de los padres.

Nuevos servicios

La parroquia ha establecido dos nuevos servicios, que se prestan a través de Cáritas. Uno de ellos está centrado en la orientación laboral: búsqueda y acompañamiento de las personas que buscan un empleo. Como muchos de los solicitantes carecen de papeles, se les acompaña y ayuda a gestionar su búsqueda en aquellos nichos de posibles ofertas.

El otro servicio está más orientado al acompañamiento y apoyo en la tramitación de todas las ayudas, solicitudes y gestiones necesarias para poder acceder a las prestaciones de la Administración. Asimismo, en caso de que no pudieran beneficiarse de las mismas, se intentaría cubrir sus necesidades mediante ayudas económicas para pago de alquileres, medicinas…

Culto con fieles

Desde el inicio de esta situación excepcional, la parroquia ha mantenido la adoración al Santísimo todos los días en su horario habitual de 7:00 a 13:30 y de 17:00 a 19:00 horas, centrada en la intercesión. Esta adoración ha sido pública desde el 1 de mayo, y durante el confinamiento ha sido sostenida por los sacerdotes que atienden el templo y por el chico acogido.

Las celebraciones se han mantenido en el mismo horario: 9:30 y 19:30 de lunes a sábado, y 12:00 y 19:30 horas los domingos, siendo emitidas en streaming por Facebook y el canal de YouTube de la parroquia. También se retransmitieron a través de los mismos medios las celebraciones del Triduo Pascual, con la Hora Santa del Jueves y la adoración de la Cruz el Viernes Santo.

Desde el lunes 18 de mayo, la parroquia ha abierto sus puertas al culto con los fieles. Los horarios programados son:

  • De lunes a viernes: a las 9:00 y a las 19:30 horas.
  • Sábados: a las 9:00, 18:30 y 19:30 horas.
  • Domingos: a las 9:00, 10:00, 11:00, 12:00, 13:00, 18:00 y 19:30 horas,

Mientras dure el Estado de alarma, se mantendrán las retransmisiones a través de los canales antes indicados.