Carta de nuestro Párroco

Finalizamos este curso, tan raro y tan diferente, con la noticia del nombramiento de Quique como párroco. Es algo que ya desde el año pasado preveíamos, pero no por ello deja de ser un momento duro. Triste por un lado por la pérdida que supone para cada uno de nosotros, y por otro de alegría por su nombramiento de párroco y su comienzo de una etapa de mayor responsabilidad al frente de la comunidad parroquial de Virgen del Mar.

Han sido siete años juntos, de los cuales cinco han correspondido a su ministerio en esta parroquia, desarrollando desde el cariño y la comunión un proyecto común, pero la necesidad de la Iglesia y el suyo propio de crecimiento como pastor, ha hecho que siguiese el proceso natural: ser a su edad párroco de una nueva comunidad.

Por eso, llenos de gratitud y cariño por su persona, entrega, servicio, y sabiendo que su ausencia la vamos a notar de una manera muy fuerte, es necesario que nos preparemos para afrontar la nueva etapa que se abre.

Lo primero es dar gracias a Dios por todos los bienes y gracias concedidos a través de Quique. Pedir por él, para que el Señor le guíe, le ayude, para que encuentre el mismo cariño que ha vivido en nuestra parroquia.

Y a los que nos quedamos y permanecemos en San Alfonso, nos corresponde este verano y el año próximo pedir mucha luz y fortaleza, pues se abre un reto para todos nosotros. Nos vamos a enfrentar a lo que tantas veces en estos años hemos comentado y que la visita pastoral puso de relieve: la necesidad de ir adecuando la misión de la Iglesia a las circunstancias actuales, manteniendo la parroquia de antes pero con la nueva forma de parroquia que va surgiendo.

Hemos pues de abrirnos a la voz del Espíritu, implorar su luz y sus dones para leer en los signos de los tiempos los caminos y veredas por los que nos quiera conducir. Exigirá de nosotros imaginación, apertura y generosidad, pues será necesario abrirnos a experiencias más generales y amplias que superen el mero ámbito parroquial. Lo hemos de hacer sin miedo, remando mar adentro sabiendo que solo podemos avanzar si en nombre de Jesús echamos sin cansarnos las redes. Lc,5,1-11.

Nos enfrentamos a algo nuevo, pero que ya viven desde hace años muchos colegios religiosos: la disminución de la presencia de la orden titular y la asunción de mayor responsabilidad por parte de los padres o laicos comprometidos con el carisma de la orden.

Así, pues, es momento de confianza, de Esperanza de saber que Dios nos guía y nos cuida, y, por supuesto, de mucha humildad para aceptar nuestras limitaciones; y, sobre todo, para ser dóciles a la realidad diaria y así vivirla no como un problema, sino como una oportunidad para que surja una nueva forma de parroquia

Pues con esa confianza, sabiendo que es Dios quien guía a la Iglesia y que nosotros somos solo colaboradores, os pido que en este verano recemos, pidamos por Quique, por nuestra parroquia, para que a la luz del Espíritu podamos seguir como lo hemos sido siempre: luz y vida para el barrio.

Que Dios os bendiga.