Es la gran palabra repetida. Y me surge una cuestión que quiero compartir con vosotros, pues puede iluminar ese camino. A qué normalidad queremos volver. Es decir cómo quiero que sea mi vida después de lo que he vivido. Creo y como pastor os lo comparto, no podemos volver a vivir igual.
Igual que hablo de mi vida, hablo de la parroquia, de las actividades pastorales…
Creo que a cada uno nos toca ser sinceros con nosotros mismos para responder esa pregunta. Por ello, vamos a pedir insistentemente luz al Espíritu Santo, para que nos abra a su presencia. Para que nos ayude a discernir que quiere Él; y como creyentes, hemos de pedir que lo que quiera Él, también lo queramos nosotros. Ser SANTOS.
Personalmente pienso que hay una llamada urgente a recuperar la esencia de la Vida. El AMOR VERDADERO. Y quitar todo lo que obstaculice su presencia en nuestras vidas .de la vida familiar, del ocio, del trabajo, de las agendas, de la parroquia, del bienestar y consumo, de lo económico, de las tecnologías, de las compañías… Quitar todo envoltorio por muy bonito que sea que obstaculice encontrarnos con Cristo y vivir unidos a Él. Ese es el verdadero regalo Y ese regalo es la Salvación. Cristo ha muerto y ha resucitado por mí. Porque me quiere, para salvarme del pecado y de la muerte, y esa alegría Pascual la hemos de anunciar.
Sin querer ser exhaustivo, sin querer hacer una descripción detallada de lo vivido, ni un estudio sociopolítico ni eclesial, ni entrar en crítica de ningún tipo sino simplemente mirando hacia adelante quiero compartir cosas que pienso que están en el sentir común de la gente.
.- El parón. Al principio que duro, que susto, uff como vamos a afrontar la convivencia todos juntos, como voy a parar la cabeza,….y aquí podemos poner cada uno lo que hemos experimentado.
El tiempo nos ha mostrado que en parte esta experiencia ha sido un gran regalo. Hemos tenido que abrirnos a compartir tiempo con los demás especialmente con mi familia. Eso ha supuesto ceder, no encerrarnos en nuestro cuarto y hemos descubierto que bien y que bueno es eso. Cuanto quiero y valoro a mi familia. Cuanto echo de menos no poder ver a mis padres, ni abrazarles, ni tener gestos de cariño….y eso es necesario mantenerlo y afianzarlo día a día. Y no solo porque me toca estar encerrado en casa sino porque es parte fundamental de mi vida. Eso obligará a mirar nuestras agendas, a buscar tiempo de calidad, a compartir y vivir junto y con mi familia.
.- La presencia de Dios. Y ¿Dónde está Dios? la gran pregunta del hombre ante el dolor. Y la respuesta como es habitual en Él, ha sido en el silencio. Y muchos hemos experimentado como una vuelta a lo esencial. A la necesidad de estar en su presencia. Fundamentalmente en Semana Santa, donde el no salir, ha centrado nuestra atención solo en Él. Muchos me habéis dicho que esto os ha ayudado a vivirla muy profundamente.
Cuantas veces en las celebraciones la presencia del envoltorio, los signos, los cantos, el sacerdote, la asamblea, cuya misión es adentrarnos en el misterio y por eso las diferentes sensibilidades y maneras celebrativas, empaña y no ayuda a la transparencia. Nos oscurece en vez de abrirnos al misterio de Amor. A descubrir la entrega de Cristo en la cruz y su resurrección por salvarnos.
Eso mismo que ocurre en las celebraciones, sin negar la importancia de la mediación, nos puede pasar en toda la vida pastoral, y no solo a los sacerdotes, sino que es necesario que revisemos si transparentemos solo y exclusivamente a Cristo. o a veces nuestras peculiaridades lo difuminan. Él es el Único Mediador, lo que evitaría que en nuestra vida solo diésemos cabida a una visión concreta de la Iglesia o del evangelio, sin darnos cuenta de que en la Iglesia cabemos todos, siempre que estemos de acuerdo con el depósito de la fe transmitida . Y que las distintas espiritualidades y carismas son un regalo para ella, con independencia de que nos sintamos más identificados con unos o con otros.
Lo mismo nos puede ocurrir con nuestros grupos de referencia. Es necesario pararnos para ver si verdaderamente me hacen crecer en mi entrega de la vida, en mi deseo cada vez más profundo de ser sólo y exclusivamente de Cristo sabiendo que a más Cristo, esto nos va a llevar a entregarnos más a la familia, a un trabajo bien hecho y digno. A un mayor servicio y entrega en ocasiones a través de terrenos inéditos o inexplorados. Es decir, a vivir el camino de santidad, que Dios tiene pensado para cada uno de nosotros.
Por eso una preocupación que me surge es si en la actualidad eso se produce en mi vida. ¿El grupo en el que participo , me ha ayudado y me sigue ayudando hoy en este momento concreto a esa entrega o al contrario es solo un espacio de confort? A veces ocurre en los grupos humanos, que el valor final aunque no se reconozca como tal, es el permanecer en el grupo y lo que valoremos es sus años de existencia y así a menudo , nos encontramos sin apenas cambios de personas ni de acciones ni de planteamientos a excepción de los que la propia biología de la vida va generando.
Aquí sí que os pido que seamos muy sinceros con nosotros mismos. Porque habrá muchos matices, y muchos claroscuros. Para ello es necesario mirar los frutos. El grupo, la catequesis, ¿me ha abierto sinceramente a Dios? ¿Me ha permitido ofrecerle mi vida? ¿Me ha permitido salir de mi propio grupo, solo por ser fiel a lo que Dios me pide? ¿Me ha abierto a los demás incluso a aceptar planteamientos y a respetar y reflexionar planteamientos de la Iglesia que son ajenos a mi espiritualidad y a mi sentir, o por el contrario siempre revisamos y estudiamos y profundizamos en la mismos autores, en las mismas corrientes espirituales, los mismos temas, sin permitir de esta manera al Espíritu que nos abra a otros horizontes. ¿Me ha llevado a una vida mucho más de santidad, y de entrega a Dios y a los demás? ¿Me ha llenado de los frutos del Espíritu Santo y me ha ayudado a poner en práctica las obras de misericordia que tan oportunamente, nos recordaba el Papa, en el jubileo extraordinario?
.- La apertura a la trascendencia, Mucha gente se ha ido abriendo a la trascendencia entrando en su cuarto, cerrando la puerta para entrar al corazón y rezar. Al mismo tiempo. La necesidad de la eucaristía, de la Palabra, donde me he sentido más interpelado por Dios para afianzar este trato íntimo con Él. Como puedo organizar mi vida para que eso trato íntimo sea un momento central del día.
:- La presencia de la parroquia en su conjunto. Al intentar al hilo de lo que ocurría ir adaptándonos y satisfaciendo las diferentes necesidades y sensibilidades, se nos ha mostrado de una manera más clara la gran riqueza de la parroquia. Las diferentes realidades que vivimos y con las que compartimos la fe en ella. Ese deseo que manifestasteis de poder celebrar el triduo pascual desde la parroquia, pues a veces la celebración en Roma se hacía muy ardua sin que eso supusiese problema alguno de comunión con el Santo Padre. Esto seguro que nos ha ayudado a experimentar que formamos parte de una comunidad de hermanos en la fe. Es cierto que con diferentes matices, pero hermanos. Seguro que nos ha hecho ser más conscientes de la Universalidad de la Iglesia al tiempo que a muchos os ha permitido seguir meditaciones y reflexiones , a través de páginas propias de órdenes y movimientos distintos a la parroquia siendo así enriquecidos por el Espíritu Santo.
.-La alegría de darnos y la dignidad de la persona. Ha sido una gran marea de entrega, de servicio, de deseo de ayudar. Es decir de seguir al Maestro lavando los pies. Aunque también aquí a veces pueda existir una gran dosis de emotividad, de sensiblería. El salir a los balcones a aplaudir, el dar a los likes en los mensajes y campañas, y reenviarlas, no puede servir, simplemente para acallar conciencias. Es preciso que me lleven a vivir según eso a lo que he dicho like. Quizá pensemos que contribuir con mi firma es ya suficiente y no haga que varíe en absoluto mi manera de vivir, justificando un estilo de vida en el que no renuncio en nada ni a mi confort, ni a mi comodidad, ni a mi bienestar. Uno de los aprendizajes que más nos urge , es a recuperar el valor de lo sencillo y de la austeridad. No podemos querer y tener todo, de todo y en todo momento e inmediatamente. La educación en la paciencia y en la espera es algo que urge.
Para que entendáis a lo que me refiero, os pongo algunos ejemplos que me han llamado poderosamente la atención.
El miedo a contaminarnos y a contagiarnos, pero el aumento brutal de pedidos en line. Los demás no importan mientras a mí no me falte de nada. Lo mismo con las compras, llamaba a todo el mundo la atención al principio la obsesión por el papel higiénico, y la leche, basados seguro en los por si, sin pararnos a pensar en los demás. Esto da pie al siguiente aspecto.
.- El miedo o egoísmo. Lo más doloroso de todo ha sido la muerte de miles de personas y lo que se oye es: pobrecillos, que se le va a hacer; vaya faena, les ha tocado. Abuelos que han dado su vida, que no han tenido una vida fácil: la guerra, la emigración, los años del hambre, el desarrollo, el esfuerzo para que estudiásemos, y de nuevo, ay es que son mayores y ya su vida está cumplida. surge así de manera sibilina la justificación de que su vida está cumplida y nosotros somos jóvenes y tenemos todavía mucho por vivir. Lo mismo con las personas con discapacidad que se han convertido en números y no se les ha podido acompañar personalmente. O incluso se ha decidido prescindir de ellos porque los recursos no daban abasto, ¿y la dignidad de la persona en todas sus circunstancias dónde queda? ¿Dónde están las voces que defienden la dignidad de la persona en todo momento y circunstancia?. Creo que hemos estado muy callados. aunque espero y confío que ninguno de nosotros hayamos sucumbido a esas dos tentaciones sino que al contrario hayamos apreciado más aun el valor de la vida humana en toda su dignidad y lo anunciemos sin desfallecer.
Es cierto que la respuesta de todos espero haya sido la oración. Una oración de intercesión; pero también es momento de revisar si a través de la oración justificamos el no dar la vida. El quedarnos parados. La oración no olvidemos que nunca es individualista ni siquiera en los contemplativos más eremitas , sino que siempre conlleva dar mi vida por los demás,. eso sí , de la manera que Dios disponga. Por ello la pregunta que nos hemos de hacer es si mi oración me ha llevado a entregar mi vida aunque eso suponga renunciar a mi bienestar y confort. y no me refiero sólo a lo económico.
Por todo ello, os invito a que en esa vuelta a la normalidad cada uno seamos sinceros. Que nos demos cuenta de lo que nos ha llenado de paz. De alegría, de cariño, de ternura y de amor. Y lo escribamos bien en grande en nuestro corazón, para que en nuestro día a día lo llevemos y lo hagamos presente.
Que veamos también todo aquello, en que nos ha faltado confianza en Dios, para poner mi vida en sus manos, en todo aquello en lo que el miedo ha hecho presa en nuestra vida, y ha triunfado mi confort, mi bienestar. Para que pueda vivir poniendo mi vida en sus manos
También es bueno que veamos la bondad del silencio. La bondad de la vida sencilla. una vida reposada y tranquila. La bondad de la austeridad
La bondad del tiempo de calidad con los demás, con Dios y conmigo mismo, y que nos dispongamos a tener en nuestro día esos espacios. Si para conseguirlo fuese necesario despejar la agenda parroquial junto con la personal, la despejamos.
En definitiva que es lo que nos ha acercado mucho más profundamente a Dios y que nos ha separado de ello. Cuáles son los auxilios que he tenido para esa tarea. Y que obstáculos me he encontrado, para que los sepamos distinguir y apartar. En definitiva no es otra cosa que ver como puedo vivir y que tengo que cambiar para ser más feliz siendo de Cristo. Es decir ser Santos y Construir el Reino de Dios. y cuando movidos por el Espíritu, lo intuyamos, lo escribimos, lo compartimos y sobre todo lo ponemos en práctica.
Aprovecemos este momento único para volver a Dios. Para hacerle el centro de nuestra vida. Que este momento sea un nuevo Pentecostés para nuestra querida Parroquia de San Alfonso, sea un nuevo Pentecostés para cada uno de nosotros y salgamos todos a la calle a anunciar con nuestra vida y con nuestra palabra, la Verdad de la Vida. Dios nos ama de tal manera que por la muerte y resurrección de Cristo nos ha salvado de la muerte, para que estemos junto a Él eternamente. y así vivamos llenos de gozo y alegría. para que con nuestra vida y testimonio llenemos nuestras familias , la ciudad y el mundo de esa misma alegría. Seamos pues misioneros del Amor, misioneros de la Alegría misioneros de Cristo y constructores del Reino de Dios.
Que Dios nos bendiga , nos ilumine y nos ayude en esa tarea
