Continuamos nuestra oración siguiendo la estela de reflexión de ayer. Si recordáis hablábamos de esa “paz que el mundo no puede dar”, la que anhela y necesita nuestro corazón para vivir. Hoy Jesús nos vuelve a recordar el origen de esta paz con una comparación muy acertada: «el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada».
El fin que tiene nuestra vida no es otro que dar Gloria a Dios, hacer feliz a Dios… y aunque parezca, a primera vista, un poco “egoísta”, como si fuésemos “instrumentos” creados de manera egoísta… pensar así nos lleva al error. La Gloria de Dios es que seas FELIZ, que tu vida alcance la PLENITUD para la cuál has sido creado… o en términos del evangelio de hoy, QUE DES FRUTO ABUNDANTE. Pero, no cualquier fruto. Se trata del mejor y más grande que tu persona pueda dar al mundo y a la humanidad.
Y como todo árbol o planta, nosotros necesitamos tener un suelo donde poner nuestras raíces, unos nutrientes para ir creciendo, y unas ramas y tallos donde se vayan gestando los frutos que después serán alimento para los demás. Nuestra oración de hoy va a tratar sobre esto: ver qué tipo de fruto estoy llamado a ser y, por tanto, qué tipo de árbol soy.
Para poder descubrir si estamos en el camino adecuado en la gestación de nuestro fruto/os personal/es, debemos escuchar la voz interior de Jesús, que no es otra que la voz interior del Amor que nos habita. Es él el único que puede decirnos en qué momento nos encontramos, en qué camino estoy avanzando.
Palabra de Dios
Jn 15, 1-81
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador.
A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca,
y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado;
permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos;
el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante;
porque sin mí no podéis hacer nada.
Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,
pediréis lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.»
Iluminamos la palabra con... Christus Vivit [103-108]
Puntos de oración
- ¿Qué tipo de fruto estoy llamado a ser? ¿Qué tipo de árbol, de planta estoy llamado a ser para ello?
- ¿Estoy dando fruto? ¿Mi vida está fructificando, alimentando a los demás? -> Ambas preguntas pueden resumirse en una: ¿Estoy viviendo en Jesús como el sarmiento vive EN la vid y se ALIMENTA de ella para dar el mejor fruto posible?