Oración del Jueves V de Pascua

Hoy celebramos la fiesta de san Matías, el primer apóstol que de Jesús que es elegido por el grupo de los 11 en sustitución de Judas Iscariote, que se quitó la vida después de traicionar a Jesús. 

Encontramos a una Iglesia que interpreta las Escrituras y que, inspirados por el Espíritu, saben que necesitan incorporar un apóstol más para completar el grupo de 12. Tenían conciencia de que esto era algo que Dios les pedía. Así, escucharon a Dios e inspirados por Él eligieron a Matías.

En el Evangelio encontramos multitud de «llamadas» de Jesús a seguirle: Mateo (que estaba sentado en el mostrador de los impuestos), Pedro, Juan… y todas ellas guardan un «común denominador»: «les llamó para estar con Él». Esta es la clave que lleva la llamada a ser cristiano: mi encuentro con Cristo me revela su amor y me cambia la vida, que solo tiene sentido si es vivida con Él.

El caso de Matías es también el de nuestra vida. Todo parte de una llamada de Jesús en donde te llama AMIGO/A: «Te he elegido para que me lleves siempre en ti, ¿quieres venir conmigo y ser feliz?». Traducido en el evangelio de Juan que hoy vamos a orar sería decirte: «No eres tú el que me ha elegido a mi, soy yo el que te he elegido y te he destinado para que vayas y des fruto, y tu fruto dure […] Tu eres mi amigo […] y te he hablado de todo esto para que mi alegría esté en ti, y tu alegría llegue a plenitud». O si queremos ser más simples aún… la pregunta que te lanzaría Jesús sería: «¿Quieres ser feliz haciendo que tu vida merezca la pena? Sígueme».

Palabra de Dios

Jn 15,9-17

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
-«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor.
Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud.
Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando.
Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé.
Esto os mando: que os améis unos a otros.»

Iluminamos la palabra con... Christus Vivit [103-108]

103. En este capítulo me detuve a mirar la realidad de los jóvenes en el mundo actual. Algunos otros aspectos aparecerán en los siguientes capítulos. Como ya dije, no pretendo ser exhaustivo con este análisis. Exhorto a las comunidades a realizar con respeto y con seriedad un examen de su propia realidad juvenil más cercana, para poder discernir los caminos pastorales más adecuados. Pero no quiero terminar este capítulo sin dirigir algunas palabras a cada uno.
 
104. Te recuerdo la buena noticia que nos regaló la mañana de la Resurrección: que en todas las situaciones oscuras o dolorosas que mencionamos hay salida. Por ejemplo, es verdad que el mundo digital puede ponerte ante el riesgo del ensimismamiento, del aislamiento o del placer vacío. Pero no olvides que hay jóvenes que también en estos ámbitos son creativos y a veces geniales. Es lo que hacía el joven venerable Carlos Acutis.
 
105. Él sabía muy bien que esos mecanismos de la comunicación, de la publicidad y de las redes sociales pueden ser utilizados para volvernos seres adormecidos, dependientes del consumo y de las novedades que podemos comprar, obsesionados por el tiempo libre, encerrados en la negatividad. Pero él fue capaz de usar las nuevas técnicas de comunicación para transmitir el Evangelio, para comunicar valores y belleza.
 
106. No cayó en la trampa. Veía que muchos jóvenes, aunque parecen distintos, en realidad terminan siendo más de lo mismo, corriendo detrás de lo que les imponen los poderosos a través de los mecanismos de consumo y atontamiento. De ese modo, no dejan brotar los dones que el Señor les ha dado, no le ofrecen a este mundo esas capacidades tan personales y únicas que Dios ha sembrado en cada uno. Así, decía Carlos, ocurre que “todos nacen como originales, pero muchos mueren como fotocopias”. No permitas que eso te ocurra.
 
107. No dejes que te roben la esperanza y la alegría, que te narcoticen para utilizarte como esclavo de sus intereses. Atrévete a ser más, porque tu ser importa más que cualquier cosa. No te sirve tener o aparecer. Puedes llegar a ser lo que Dios, tu Creador, sabe que eres, si reconoces que estás llamado a mucho. Invoca al Espíritu Santo y camina con confianza hacia la gran meta: la santidad. Así no serás una fotocopia. Serás plenamente tú mismo.
 
108. Para eso necesitas reconocer algo fundamental: ser joven no es sólo la búsqueda de placeres pasajeros y de éxitos superficiales. Para que la juventud cumpla la finalidad que tiene en el recorrido de tu vida, debe ser un tiempo de entrega generosa, de ofrenda sincera, de sacrificios que duelen pero que nos vuelven fecundos.  

Puntos de oración