Comenzamos el tiempo ordinario con un salmo que nos invita a la confianza en Dios. Sobre este salmo 90 ha escrito san Agustín una frase que podría ayudarnos a centrar nuestra oración de hoy, recogiendo la experiencia del salmista: “Dios te protegerá, es decir, te colocará delante de su pecho para protegerte con sus alas. Reconoce ahora, como débil polluelo, tu flaqueza y huye a esconderte debajo de las alas de la madre para que no te arrebate el milano”.
Necesitamos tener esta experiencia de cuidado y de protección de dios para verle «implicado» en nuestra vida, verle cómo tiene sus manos puestas sobre cada uno de nosotros para modelar nuestro corazón (aunque a veces existan dificultades). Por eso, pidiendo el don del Espíritu Santo, entremos en la oración con la confianza de que hoy Dios quiere hablarnos al corazón y mostrarnos su cuidado.
Palabra de Dios
Sal 90,1-2.14-15ab.15c-16
Tú que habitas al amparo del Altísimo,
que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor: Refugio mío, alcázar mío,
Dios mío, confío en ti.
Se puso junto a mí: lo libraré;
lo protegeré porque conoce mi nombre,
me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en la tribulación.
Lo defenderé, lo glorificaré;
lo saciaré de largos días,
y le haré ver mi salvación.
Iluminamos la palabra con... Papa Francisco (2017)
La acción de Dios en nuestra vida […] es una labor que requiere el valor de dejarse llevar por el Señor, para que transforme nuestro corazón y nuestra vida. Esto hace pensar en la imagen bíblica del barro en manos del alfarero (cfr. Jer 18,1-10) y en el episodio en que el Señor dice al profeta Jeremías: «Levántate y baja al taller del alfarero» (v. 2). El profeta va y, observando al artista que trabaja la arcilla, comprende el misterio del amor misericordioso de Dios. Descubre que Israel está protegido en las manos amorosas de Dios, que, como un alfarero paciente, cuida de su criatura, pone en el torno la arcilla, la modela, la plasma y, así, le da una forma. Si advierte que el vaso no ha salido bien, entonces el Dios de la misericordia echa nuevamente la arcilla en la masa y, con ternura de Padre, vuelve nuevamente a modelarla.
Puntos de oración
- Hazte consciente de la protección de Dios, de su compañía, cuidado y protección. Da gracias por ello.
- ¿He experimentado en mi vida a este Dios protector? ¿En qué circunstancias?
- ¿Me siento arcilla en manos del Alfarero?