El Papa Francisco invita, como hizo San Alfonso, “a salir al encuentro de los hermanos y hermanas frágiles de nuestra sociedad”. Algo que implica “el desarrollo de una reflexión teológica moral y de una acción pastoral, capaz de comprometerse con el bien común, que tiene su raíz en la proclamación del kerigma, que tiene una palabra decisiva en defensa de la vida, hacia la creación y hacia la fraternidad”.