Hoy seguimos orando con la continuación del evangelio de ayer lunes. En esta enseñanza de Jesús a sus discípulos les va mostrando la necesidad de que Él vaya al Padre, siguiendo el término de su vida aquí en la tierra, para ir junto al Padre y, desde allí, enviar el Defensor, el Espíritu Santo, que hará que los cristianos puedan tener experiencia de Dios en su vida y hacer las mismas obras de que Él hizo aquí en el mundo.
Pero… decir esto nos lleva a una cuestión importante: ¿Soy digno de hacer las obras de Jesús? Y empieza a saltarnos la duda y la baja autoestima que siempre tenemos: soy un desastre, no sirvo para esto, siempre caigo en lo mismo… y empieza ese “discurso político” interior que nos hunde y nos hace caer en una TRISTEZA TREMENDA porque no nos sentimos CAPACES ni DIGNOS de hacer las mismas obras que Cristo…
Como decíamos, es un “discurso político” porque es FALSO. Es una gran MENTIRA que el MAL ESPÍRITU quiere “instalar” en tu vida. Este ESPÍRITU que te ATACA quiere que caigas en un estado de TRISTEZA CONTINUA creándote una falsa imagen de ti mismo/a. Y, ¿cómo lo hace? agrandándote tus fallos y debilidades, tus pecados y pobrezas… y minimizando al máximo tus dones y carismas, lo que vales y eres simplemente por ser alguien amado por Dios…
Por eso, hoy la oración, la vamos a centrar en pedir al Defensor que nos ayude contra este mal espíritu que nos ataca y nos hace la vida imposible, que no nos deja ser felices y plenos… y sobre todo, que nos confunde sobre la imagen y el amor eterno que Dios nos tiene a cada uno de nosotros.
Palabra de Dios
Jn 16, 5-11
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
– «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: «¿Adónde vas?» Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón. Sin embargo, lo que os digo es la verdad: os conviene que yo me vaya; porque si no me voy, no vendrá a vosotros el Defensor. En cambio, si me voy, os lo enviaré.
Y cuando venga, dejará convicto al mundo con la prueba de un pecado., de una justicia, de una condena. De un pecado, porque no creen en mí; de una justicia, porque me voy al Padre, y no me veréis; de una condena, porque el Príncipe de este mundo está condenado».
Puntos de oración
- ¿Vivo instalado en la tristeza o la alegría es la tónica general de mi vida? ¿De dónde me viene la tristeza que anida mi corazón? ¿En qué se manifiesta?
- ¿Soy capaz de identificar esas “voces interiores” que hablan mal de mí? ¿Escucho la voz del Defensor que me dice lo valioso/a que soy?